“Al día en una hora: dibujos de fin de semana”, por Rafael Fatuarte
Tengo el enorme placer de presentaros una de esas historias poco conocidas que, sin embargo, tan interesantes me parecen. Para que un libro de informática pueda llegar a nuestras manos antes ha de pasar por muchas otras como las de revisores, maquetadores… o ilustradores. Os dejo con Rafael Fatuarte, uno de los dos ilustradores de la colección Al día en una hora publicada por Anaya Multimedia.
Creo que fue a finales del verano del 94 cuando Joaquín nos propuso a Ramón Garrido y a mi realizar esos dibujos. Ramón Garrido y yo somos amigos. En aquella época teníamos una sociedad a través de la cual hacíamos diseños e ilustraciones por encargo. Bueno, también hacíamos más cosas. Pero esa es otra parte oscura de la historia, no viene a cuento ahora. Así que vayamos al grano.
Una mañana de sábado, Ramón, Joaquín y yo nos reunimos en un bar. Bueno, ya sabéis que para esto de los negocios, hay pocos sitios mejores. También nos podíamos haber reunido en el estudio de Joaquín, pero allí sólo cabían dos personas (y nosotros éramos tres). O en la biblioteca, pero allí no se puede hablar. Así que, casi sin otra elección, fuimos a un bar. Pedimos unas cañas y Joaquín comenzó a contarnos de qué iba aquello
En principio, lo que Joaquín Suárez nos acababa de proponer, nos pareció que era un trabajo de ilustración como tantos otros. Pero eso sólo nos lo pareció al principio…
El encargo nos lo hizo, más o menos, en los términos siguientes:
- Se trata de ilustrar una colección de libritos de informática que editará Anaya con el título de “Al día en una hora”, y a un precio muy reducido. La idea es hacer algo fácil de manejar, ameno y de lectura entretenida y breve, que realmente nos resuelva dudas sobre los temas tratados.
- Tendrán una encuadernación como la de los libros de bolsillo, y un formato parecido, pero algo más estrecho, para que quepan en el bolsillo trasero de unos vaqueros.
- El papel sólo permite imprimir en B/N. Cada librito se dedicará a un tema informático, y además, el autor elegirá otro tema en el que se “envolverá” la parte técnica, para darle personalidad.
- Vuestro trabajo consistirá en realizar cuatro dibujos para cada libro: un dibujo capitular, que encabezará todos los capítulos, y luego tres dibujos que serán los iconos general, truco y experto, que servirán para hacer las llamadas pertinentes en el texto. La “gracia” estará en que vuestros dibujos relacionarán de alguna manera el “tema del libro” con el “tema del autor”. Bueno y también deberéis diseñar la portada y contraportada que llevarán todos los libros de esta colección.
- Los dibujos serán el B/N y el tamaño al que se reproducirán los dibujos que representan los iconos será de unos 2x2cm. La técnica que utilicéis (imágenes vectoriales, mapas de bits, renderizados con ordenador, etc) es cosa vuestra.
Después de aquello, y aprovechando que Joaquín fue al baño, Ramón y yo comentamos que aquello era una locura, y nos tendrían que pagar mucho dinero para que aceptásemos aquel trabajo. No era fácil la cosa. A priori, lo que más nos mosqueaba era lo de “relacionar de alguna manera” los dos temas esos. Luego estuvimos discutiendo sobre las posibles técnicas a usar, sobre el tamaño de los originales, sobre la calidad final que le daríamos a los trabajos…
Cuando más enfrascados estábamos en nuestras elucubraciones, Joaquín volvió del servicio, y añadió: “El ritmo de trabajo dependerá de varios factores, pero calculo que tendréis entre dos y cuatro días para acabar los cuatro dibujos de cada libro”.
En ese momento, y teniendo en cuenta los plazos de trabajo que Joaquín nos daba, Ramón y yo nos miramos y de un plumazo se disiparon todas nuestras dudas. Casi sin hablar decidimos que haríamos los dibujos a mano, con tinta china, y de forma que nos cupiesen en una cuartilla.
Una vez determinado esto, ya sólo nos quedaba pactar el dinero por ese trabajo. Pero cuando Joaquín se hizo el remolón y dejó que pagáramos nosotros las cañas, tuvimos claro que tendríamos que revisar a la baja nuestras expectativas monetarias. Y para colmo, se comió el último cacho de tortilla…
Así que, al final, y después de darle muchas vueltas al asunto, ya sólo nos preocupaba lo de “relacionar de alguna manera” los dos temas esos. Pero en el fondo –muy, muy en el fondo- el trabajo nos agradaba. Principalmente por lo de hacerlo a mano. Porque habíamos, como aquel que dice, vuelto a nuestros orígenes.
Al acabar aquella reunión y antes de despedirnos, Joaquín, aún con la boca llena con el pincho de tortilla, nos propuso un ejemplo ficticio de “Tema del libro” y de “Tema del autor” para que le hiciésemos algunos dibujos de prueba. Durante el siguiente fin de semana, Ramón y yo estuvimos trabajando para realizar los primeros dibujos y someterlos a examen. Ese fue nuestro primer error; trabajar en fin de semana. Pero no fue el último. De hecho, ese mismo error lo volvimos a cometer a la hora de realizar los 46 libros de la colección. Por eso, nosotros a este trabajo le llamamos el de los Fines de Semana.
Ajustando
Afortunadamente, a todos les gustaron muchos nuestros dibujos de prueba. Les sorprendió que los hiciésemos a mano y con tinta china, en lugar de usar sofisticados programas de renderizado en 3D, y otras técnicas de ordenador, tal y como habíamos hecho hasta entonces. Pero nosotros teníamos nuestros motivos. El principal era el tiempo. Se necesitaba mucho tiempo para hacerlos. No para llevarlos al papel, que aunque esto también tenía su dedicación, no era lo que más nos preocupaba. Lo peor era concretar en un dibujo sin apenas detalle, eso que Joaquín había definido como la forma de “relacionar de alguna manera el tema del libro con el tema del autor”.
No penséis que exagero. Aquí van algunas muestras: ¿Cómo relacionar el tema de autor “El oeste” con el tema del libro “Los Mac”? O “Las obras de Enrique Jardiel Poncela” con “Sistemas operativos”. O “Las olimpiadas” con “Excel”. O “La vela” con “Paradox 5.0”. O “Star Trek” con “Visual Basic”… Como veis, algunos autores disfrutaban dificultando las cosas. Yo creo que por eso, Joaquín no nos decía quienes eran hasta que habíamos acabado los dibujos.
Pero así eran las cosas y precisamente en esa concreción de ideas es dónde teníamos que emplear nuestro tiempo. Por eso, nuestra cabeza siempre iba pensando en esos temas. Y aprovechábamos cualquier momento y cualquier soporte para apuntar nuestras ideas. Y luego hacíamos los dibujos durante el fin de semana. Aún conservamos curiosos bocetos hechos en servilletas, entradas de cine, papel higiénico, recortes de periódicos, lomos de libros… en fin, lo normal en estos casos.
En nuestra primera reunión seria de trabajo, y en vista de la que se nos venía encima, Ramón y yo decidimos organizarnos. No he dicho que lo consiguiésemos, pero la verdad es que lo intentamos aquella tarde. Como consecuencia de nuestros esfuerzos aunados, unos días después hicimos lo que, en ciertos entornos hoy en día se conoce como NAME (Nuestra Aportación al Mundo de la Estandarización), que consistió en crear unas plantillas para que todos los dibujos tuviesen el mismo tamaño, elegir un tipo de papel adecuado, y establecer el tipo, la marca y grosor de los rotuladores permanentes de color negro que usaríamos. Impresionante, ¿no?
Satisfechos por los resultados conseguidos, decidimos tomarnos el día libre y aquella tarde nos fuimos al cine. Bueno, esa tarde y otras muchas… salvo la de los fines de semana, que esas las teníamos que dedicar a dibujar.
Dibujando
No es broma. Durante mucho tiempo, así es como nos pasábamos los fines de semana: dibujando.
Pero durante la semana, también había que darle al coco. Y para ayudarnos en la ardua tarea, nos llamábamos por teléfono, angustiados, mirando de reojo las hojas del calendario que pasaban aun ritmo frenético:
-
Oye Ramón, soy Rafa. Que a ver qué se te ocurre para el icono experto de “El golf” y “Word Perfect”. Es que estoy atascado. No sé si voy a llegar…
-
Vale, pensaré en ello. Y a ver que se te ocurre a ti para el icono truco de “Refranes de animales” y “Open Access”. Por cierto: tenemos que llegar, así que no hay excusas.
Así eran nuestras conversaciones en aquellos días: frustrantes. Nuestras respectivas parejas estaban asustadas ante la actitud contemplativa que manteníamos la mayor parte del día. Cuando paseábamos íbamos absortos, pensando. Cuando comíamos, permanecíamos en silencio, pensado. Ya no hablábamos sobre aquel nuevo sitio para ir a coger espárragos o sobre el último cómic de Moebius. Y por fin, llegaba el viernes y entonces se disparaba nuestra actividad frenética. Nos pasábamos los fines de semana con el lápiz y el rotulador en la mano. Dibujando sin parar.
En algunas ocasiones, la cosa se complicaba tanto, que no éramos capaces de realizar un dibujo concreto a nuestro gusto. Entonces hacíamos varios sobre el mismo asunto y Joaquín decidía. En otras ocasiones, le pedíamos a Joaquín que nos diese el nombre del autor del libro, para hablar con él y robarle alguna idea. En esos casos, aprovechábamos y le mandábamos un recuerdo para su familia…
En cualquier caso, tengo que reconocer que era agradable sentir aquel alivio cada vez que entregábamos una tanda de dibujos.
Final
Y así iban pasando los fines de semana, hasta que un buen día, acabamos de ilustrar todos los libros. La colección había llegado a su fin, y también nuestro trabajo.
Casi dos años después de aquella primera vez, nos volvimos a reunir con Joaquín. Fuimos al mismo bar. Joaquín ya tenía un estudio mucho mayor, con capacidad para diez o doce personas. Y en la biblioteca ya eran más permisivos con lo de hablar. Pero qué se le va a hacer, nos gustaba más el bar…
Cerramos nuestras cuentas y nos dimos un apretón de manos, hasta que llegase el próximo trabajo en común. Esta vez, Ramón y yo estuvimos listos, y conseguimos que Joaquín pagase las cañas. Sin embargo, no sé cómo demonios se las apañó, pero de nuevo consiguió comerse el último trozo de tortilla.
Hasta hace unos días, todo esto que acabo de escribir, pertenecía sólo al ámbito de trabajo del grupo de neuronas que Ramón y yo tenemos dedicadas a rememorar esa época. Pero a través de un mensaje por el correo electrónico, Juan Diego –- Andy –, nos pidió permiso para publicar en su blog los dibujillos que en su momento hicimos para el libro que escribió para esa colección titulado “Visual Basic”, y con el tema de autor de “Star Trek”. Como es un amiguete de los de la vieja escuela (de esos que están ahí cuando los llamas) y además es un buen tipo, le ofrecí buscarle los originales y enviárselos, para que los viese a su tamaño original. Aunque ahora que ya es papá, tiene otras cosas más importantes a las que dedicarse, pensé que podría gustarle.
Así que buscando en nuestro archivo (el que tenemos Ramón y yo con todos nuestros trabajos en común), concretamente en la carpeta de la “F” (ya sabéis, por lo de los Fines de semana), descubrimos que todos los dibujos de ese libro los hizo Ramón Garrido. Así que le llamé para consultarle todo esto, y de paso hablar sobre otros proyectos que tenemos ahora entre manos. Recordaba con agrado, igual que yo, aquellos dibujillos que tanta dedicación nos costaron. Y accedió encantado a que le enviase esto a Andy. Ramón no llegó a concretarme si tuvo o no muchos problemas para dar con la forma de “relacionar de alguna manera” los dos temas esos… pero a la vista está que hizo un buen trabajo.
Ramón ahora anda muy ocupado ilustrando cuentos. Cuentos que, en ocasiones, él mismo escribe. Así que decimos que fuese yo quien escribiese estas líneas.
Afortunadamente, he tenido la suerte de colaborar con Andy en otros trabajos. Y de todos ellos me queda el mismo buen sabor de boca. Así que supongo que nos volveremos a encontrar.
¡Suerte, Andy!
Rafael Fatuarte.
PD. Espero, por mi bien, que Joaquín siga teniendo aquel buen sentido del humor…