Paquete mortal
Ayer me llegó un paquete por correo. Los datos del remitente eran ilegibles. Me recomendaron que no lo abriese pero la curiosidad me pudo. ¿Por qué nunca hago caso a nadie, por qué?
Empecé a rasgar el precinto. En cuanto hubo una rendija lo suficientemente ancha algo salió del paquete, sin darme tiempo a reaccionar. Saltó al suelo y se alejó reptando. Nada más recuperarme del susto salí en pos de la criatura. Se iba perdiendo tras las esquinas de mi modesta mansión. Desde el ala norte, donde nos encontrábamos, llegó a la zona de invitados; allí había pasado la noche un amigo.
Cuando oí el grito supe que ya era demasiado tarde. Había caído el primero: